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Lote 5959

FRANZ XAVER WINTERHALTER Atribuido

FRANZ XAVER WINTERHALTER Atribuido
" Retrato de Dama "
Firmado: ilegible en el ángulo inferior izquierdo.
Óleo sobre lienzo.

62 x 52 cm | 90 x 78 cm (con marco)



WINTERHALTER, Franz Xaver .- Menzenschwand ( Alemania ) 1805 – Francfurt 1873 - Pintor y litógrafo alemán especialmente conocido por sus retratos de la realeza realizados a mediados del siglo XIX. Tras asistir a la escuela en el monasterio benedictino de St. Blasien, Winterhalter dejó la aldea de Menzenschwand en 1818 a los 13 años para estudiar dibujo y grabado. Fue aprendiz de delineante y litógrafo en el taller de Karl Ludwig Schüler (1785-1852) en Friburgo. En 1823, a los 18 años, marchó a Múnich, con el mecenazgo del industrial Barón von Eichtal. En 1825, se le asignó un estipendio del gran duque de Baden y comenzó a estudiar en la Academia de Artes de Múnich con Peter Cornelius, cuyos métodos académicos le hacían sentirse incómodo. Winterhalter congenió mejor con el retratista de moda Joseph Stieler. Durante esta época se ganaba la vida trabajando como litógrafo. Entró en los círculos cortesanos en 1828, cuando se convirtió en maestro de dibujo de Sofía Guillermina de Suecia, en Karlsruhe. La oportunidad para establecerse más allá del sur de Alemania llegó en 1832, cuando pudo viajar a Italia entre 1833 y 1834, con el apoyo de Leopoldo, gran duque de Baden. En Roma realizó cuadros románticos al estilo de Louis-Leopold Robert y comenzó a frecuentar el círculo del director de la Academia Francesa, Horace Vernet. A su regreso a Karlsruhe pintó los retratos del gran duque Leopoldo de Baden y de su esposa, y fue nombrado pintor de la corte archiducal. A pesar de su estabilidad económica, dejó Baden y se trasladó a Francia donde su escena pictórica de influencia italiana Il dolce Farniente destacó en los salones artísticos de 1836. Un año después Il Decameron también recibió numerosos elogios; ambas pinturas eran composiciones académicas al estilo de Rafael. En el salón de 1838 exhibió un retrato del príncipe de Wagram con su joven hija. Su carrera como pintor de retratos se consolidó cuando, en el mismo año, retrató a Luisa María de Orleáns, reina de Bélgica, y su hijo. Probablemente fue gracias a esta pintura que Winterhalter atrajo la atención de María Amalia de las Dos Sicilias, reina de Francia, y madre de Luisa María de Orleáns. En París, Winterhalter se convirtió pronto en un pintor de moda. Fue nombrado pintor de la corte del rey Luis Felipe de Francia, que le encargó pintar retratos de los miembros de su gran familia. Winterhalter realizaría más de treinta encargos para él. Su éxito también le permitió ganarse reputación de especialista en retratos dinásticos y aristocráticos, hábil combinando el retrato y la lisonja e intensificando la ostentación oficial con la moda moderna. Entre sus muchos clientes reales también se encontraba la reina Victoria. Winterhalter visitó por primera vez Inglaterra en 1842, y regresó varias veces para pintar a Victoria, su esposo el príncipe consorte Alberto y su numerosa familia, efectuando al menos unos 120 retratos para ellos, gran número de los cuales todavía se conservan en la colección real inglesa y se muestran al público en el Palacio de Buckingham y otros edificios. Aparte de los monarcas ingleses, Winterhalter también pintó unos cuantos retratos para la aristocracia de Inglaterra, en su mayor parte nobles de la corte. La caída del rey Luis Felipe de Francia en la revolución de 1848 no afectó a la reputación del pintor. Winterhalter viajó a Suiza y continuó realizando encargos para Bélgica e Inglaterra. Su popularidad aumentó después del ascenso al poder en Francia de Napoleón III. Durante el Segundo Imperio francés se convirtió en el retratista principal de la corte y de la familia imperial. La hermosa emperatriz Eugenia llegó a ser una de sus modelos favoritas y ella le trató con generosidad. En 1856 Winterhalter pintó la que sería su obra maestra, La Emperatriz Eugenia rodeada de sus damas de compañía, en la que aparece la emperatriz de Francia —la española nacida Eugenia de Montijo— en un escenario pastoral recogiendo flores en un círculo armonioso con sus damas de compañía. La pintura fue aclamada por el público y expuesta en la Exposición Universal de 1853, y sigue siendo la obra más famosa de Winterhalter. En 1852 Winterhalter viajó a España, acompañado por su compatriota Eduardo Magnus, también un destacado retratista, para pintar a la reina Isabel II1 y asimismo trabajó para la familia real portuguesa. Winterhalter consolidó su estilo como pintor de retratos durante el Segundo Imperio francés, y sus mejores obras fueron realizadas en las últimas dos décadas de su vida. Adaptó su estilo al lujo y la atmósfera relajada de la época, su hedonismo y animación. Sus modelos femeninas de las décadas de 1850 y 1860 vivían en un clima social y fisiológico diferente de las que había pintado antes, y no muestran una actitud reticente o reservada. Sus modelos masculinos le inspiraron pocas composiciones originales o memorables. Respecto al método de trabajo de Winterhalter, se cree que —debido a la práctica que había adquirido dibujando y representando figuras— pintaba directamente en el lienzo sin hacer estudios preliminares. Él mismo decidía el vestido y la postura de la modelo. Pintaba delicadamente, utilizando pinceladas rápidas pero impersonales. Su estilo era suave, cosmopolita y creíble. Muchos de los retratos fueron copiados o reproducidos en su taller como litografías. Como artista Winterhalter es difícil de clasificar, pues existen pocos pintores con los que pueda compararse y no encaja en ninguna escuela específica. Sus primeras influencias son neoclásicas pero su estilo posterior puede ser descrito como neo-rococó. A su muerte su obra cayó en desgracia, siendo considerada demasiado romántica, brillante y superficial. Poco se sabe sobre él a nivel personal, y su arte no fue revalorizado hasta finales del siglo XX, cuando una gran exhibición de su obra en la National Portrait Gallery de Londres y en el Petit Palais en París en 1987 recuperaron su popularidad. Sus pinturas se exhiben actualmente en los principales museos europeos y americanos. El Palacio de Liria de Madrid alberga al menos dos obras suyas, entre ellas el destacable Retrato de Eugenia de Montijo y el Palacio Real un retrato de Isabel II con su hija la infanta Isabel.

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